La ley seca
del mundo
ha evaporado
el tintero
de la palabra
y la pluma
flor oscura
que liberó
a las letras
una a una
de los yugos
y las cadenas
de una
eterna noche
sin luna
en una cárcel
presa y muda
de su amargura
lanza sílabas
a una sepultura.
Escribe
con sangre
el nombre
de las lenguas
de su censura
y en su locura
se desangra
entre el barro
y la opresión
de su voz pura.
A muerto.
En su tumba,
reza el alma,
la palabra,
literatura.
Y en el silencio
se escuchan
los lobos,
las gargantas
de la libertad,
que le aúllan…
«Escúchelos, son los hijos de la noche. Qué hermosa música componen»
Bram Stoker
Ort. 05/18