![ajedrez-1[16]](https://manueletepoeta.files.wordpress.com/2016/04/ajedrez-116.jpg?w=327&h=383)
Una fila bien formada
de fieros y valientes peones,
esperando a la llamada,
impacientes en la muralla.
Uno se decide y se abalanza,
lleva la bandera
ensangrentada y en girones
sobre sus brazos atada.
se han revelado los esclavos
y ahora son los hijos de la noche.
Tan negros
como su alma encadenada
patria de los hombres
a los que jamás se entregó nada.
Y los de sangre blanca,
de estandartes bien trabajados
en plata pura rica y dorada
esperan ansiosos
contener vengarse y someter
esa muchedumbre
de capas negras
que se abalanzan
con sus afiladas armas.
¡Estalla la batalla!
las líneas de los peones
antes bien apretadas
se desordenan lanzando el ataque
con sus humildes y poderosas lanzas,
y la tierra negra y blanca
ante los tambores retumbando va,
vibrando a los pasos de dos ejércitos
que a la lucha cantando van.
Se lanzan los caballos a morder
sin piedad se les abalanzan
mientras echan a correr, y los alfiles
rebanan de un navajazo rápido
abriendo la carnicería en el tablero.
-Mientras dos miradas
vigilando están
la inquietud de los dedos
que debajo de la mesa se aprietan.
Y en el tablero fijan sus ojos,
como escenario mudo
de un mundo
que a muerte se enfrenta.
Y siguen el uno,
la jugada del otro,
y en sus armas se deleitan…-
Continúa la cruenta batalla;
los ejércitos medio devastados
aun piden venganza
y claman por la oscura gloria.
Apenas tres peones adelantados
quedan de los nobles blancos,
tres chivatos enviados,
como alma que lleva el diablo
corriendo sin mirar atrás
con noticias hacia la frontera:
¡Asaltaron los alfiles a la reina!
Dicen.
¡Desterrada se la han llevado!
¡Y venimos nosotros
a recoger sus armas de oro forjado!
Pero tiembla la tierra,
rugiendo la torre negra,
que es de los esclavos,
mientras arrasa la resistencia
de los nobles, comandados
por un rey que en su trono
ahora está temblando.
Nada queda ya de su ejército
bien ungido por los dioses
y bien dorado.
Sus armas,
despojadas de la nobleza
que sus antepasados pasearon,
gustosos sobre montes
y montes de calaveras,
les son de los cuerpos arrebatados
y a la hoguera de las llamas altas,
donde se calienta el pueblo negro,
con sus estandartes son enviadas
para dar de comer a los soldados.
Las negras torres
ya sin miedo avanzan,
la tierra a su paso aran
con flores soñolientas
Pues van regando el camino
de pétalos de amapolas
amarillos lirios y violetas.
Comienza en su angosto palacio
a huir pavoroso el rey,
hijo de reyes
y azote ensangrentado de reyertas…
¡Jaque!
Siglos y siglos de tronos opulentos
se están quebrando y se derrumban
cuando al paso de las torres negras
la tierra tiembla y su castillo nublan
pues vienen el hambre con el hombre,
y los dos por pecado le traen al rey
la sed de su pueblo hambriento
que yace centenario en sus tumbas
y dormido en sus tinieblas.
¡Y arrebatan al rey su corona,
las dos augustas torres
arrojan al suelo los laureles
que porta su locura,
y que en su alma mora,
pues el rey dice
que solo responderá ante Dios…
¡Innata cordura!
pues no sabe
y jamás quiso entender
que se debe a los hombres
y a la luna…
El que “no es igual”
ni “como todos nace”
la estirpe de la vergüenza
le ha de esperar…
Errante para siempre,
lejos de sus hermanos
y su hogar
¡Errante!
La torre, con la bandera que porta
al rey destierra, y así lo abate,
¡Jaque Mate!
Dijo él;
el pastor había ganado.
Él y su perro se levantan,
mientras, el noble en su sillón, callado,
tiene la torre negra entre ambas manos.
Fuera del tablero pasea sus ojos
entre peones caídos y caballos derribados.
El campesino silva a su ganado
y del palacio se aleja tarareando
En su pensamiento lleva una duda
y en las manos el callado bailando…
-Un segundo de silencio-
Sonríe y continúa caminando.
Ort. 2013.
Viva la república.
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