S·P·V·R

14622446-2

 

 

El senado

y el pueblo

de la Villa

del Robledo

 

Lunar en mi cuerpo

lumbre al raso,

contradicción de mis anhelos.

Valen más los pucheros

de pastores, los cielos,

los atardeceres en colores

con nubes que rozan los versos,

que las espinas clavadas

de las ortigas que crecen

en aquellas ventanas

abiertas sin sueños.

Que los cardos aquí son reyes

y las rosas

vinieron de los infiernos.

 

Que hay mariposas

con alas de muertos

que yo veo

rondando en la memoria,

tatuadas en las calles,

en las casas, donde vivieron;

y pesadillas

como un angustioso fuego

que queman al cantarte

por hombres del pasado

que en el presente vivieron,

haciendo cenizas

el corazón de las semillas

que plantaron con sangre

sudor y muerte

los antiguos jardineros.

 

Nuestros abuelos,

en lucha siempre

contra molinos

que muelen dinero.

 

Y aun así,

Y qué,

yo lucho,

yo me quedo

con lo que quiero,

lo que amo,

con lo que deseo.

 

Y quiero que seas libre!

Libre como un callado,

Sostenido por un ciego.

 

 

 

Ort 2016

Jaque al Rey

ajedrez-1[16]

 

 

 

Una fila bien formada

de fieros y valientes peones,

esperando a la llamada,

impacientes en la muralla.

Uno se decide y se abalanza,

lleva la bandera

ensangrentada y en girones

sobre sus brazos atada.

se han revelado los esclavos

y ahora son los hijos de la noche.

Tan negros

como su alma encadenada

patria de los hombres

a los que jamás se entregó nada.

 

Y los de sangre blanca,

de estandartes bien trabajados

en plata pura rica y dorada

esperan ansiosos

contener vengarse y someter

esa muchedumbre

de capas negras

que se abalanzan

con sus afiladas armas.

 

¡Estalla la batalla!

las líneas de los peones

antes bien apretadas

se desordenan lanzando el ataque

con sus humildes y poderosas lanzas,

y la tierra negra y blanca

ante los tambores retumbando va,

vibrando a los pasos de dos ejércitos

que a la lucha cantando van.

 

Se lanzan los caballos a morder

sin piedad se les abalanzan

mientras echan a correr, y los alfiles

rebanan de un navajazo rápido

abriendo la carnicería en el tablero.

 

-Mientras dos miradas

vigilando están

la inquietud de los dedos

que debajo de la mesa se aprietan.

Y en el tablero fijan sus ojos,

como escenario mudo

de un mundo

que a muerte se enfrenta.

Y siguen el uno,

la jugada del otro,

y en sus armas se deleitan…-

 

Continúa la cruenta batalla;

los ejércitos medio devastados

aun piden venganza

y claman por la oscura gloria.

Apenas tres peones adelantados

quedan de los nobles blancos,

tres chivatos enviados,

como alma que lleva el diablo

corriendo sin mirar atrás

con noticias hacia la frontera:

¡Asaltaron los alfiles a la reina!

Dicen.

¡Desterrada se la han llevado!

¡Y venimos nosotros

a recoger sus armas de oro forjado!

 

Pero tiembla la tierra,

rugiendo la torre negra,

que es de los esclavos,

mientras arrasa la resistencia

de los nobles, comandados

por un rey que en su trono

ahora está temblando.

Nada queda ya de su ejército

bien ungido por los dioses

y bien dorado.

 

Sus armas,

despojadas de la nobleza

que sus antepasados pasearon,

gustosos sobre montes

y montes de calaveras,

les son de los cuerpos arrebatados

y a la hoguera de las llamas altas,

donde se calienta el pueblo negro,

con sus estandartes son enviadas

para dar de comer a los soldados.

 

Las negras torres

ya sin miedo avanzan,

la tierra a su paso aran

con flores soñolientas

Pues van regando el camino

de pétalos de amapolas

amarillos lirios y violetas.

 

Comienza en su angosto palacio

a huir pavoroso el rey,

hijo de reyes

y azote ensangrentado de reyertas…

 

¡Jaque!

 

Siglos y siglos de tronos opulentos

se están quebrando y se derrumban

cuando al paso de las torres negras

la tierra tiembla y su castillo nublan

pues vienen el hambre con el hombre,

y los dos por pecado le traen al rey

la sed de su pueblo hambriento

que yace centenario en sus tumbas

y dormido en sus tinieblas.

 

¡Y arrebatan al rey su corona,

las dos augustas torres

arrojan al suelo los laureles

que porta su locura,

y que en su alma mora,

pues el rey dice

que solo responderá ante Dios…

 

¡Innata cordura!

pues no sabe

y jamás quiso entender

que se debe a los hombres

y a la luna…

 

El que “no es igual”

ni “como todos nace”

la estirpe de la vergüenza

le ha de esperar…

Errante para siempre,

lejos de sus hermanos

y su hogar

 

¡Errante!

 

La torre, con la bandera que porta

al rey destierra, y así lo abate,

 

¡Jaque Mate!

 

Dijo él;

el pastor había ganado.

 

Él y su perro se levantan,

mientras, el noble en su sillón, callado,

tiene la torre negra entre ambas manos.

Fuera del tablero pasea sus ojos

entre peones caídos y caballos derribados.

 

El campesino silva a su ganado

y del palacio se aleja tarareando

En su pensamiento lleva una duda

y en las manos el callado bailando…

 

-Un segundo de silencio-

Sonríe y continúa caminando.

 

 

 

Ort. 2013.

Viva la república.

Por un pueblo hablo

 

 

No hay cincuenta maneras de combatir, sólo hay una, vencer. Ni la revolución ni la guerra consisten en auto compadecerse.

André Malraux

 

 

 

Por una nación vine, por un pueblo hablo,

y hablo con el alma, hasta donde me llega el llanto.

Descubro fieles fuegos, banderas no levanto,

el labrador ama a la tierra, yo quiero ser campo.

 

A gritar por una nación vine, por mi pueblo hablo.

El hambre no conoce patrias, con mi pueblo me arrastro.

Su sudor aun no está perdido, su sudor vale aun tanto,

que únicamente el trigo es nación, Por eso yo le canto.

 

Por un sueño vine, por el soñar de un pueblo hablo.

Escribo por las heridas que las cadenas le han ido dejando,

lloro con ellos, en el pecho llevo sus quebrantos

y en mi corazón su alegría, sus esperanzas y sus llantos.

 

Por un pueblo hablo, por su sonrosada estela

que va dejando en mi piel su legado eterno,

y lucho junto a él, junto a la madre tierra,

por el oprimido y por la justicia verdadera.

 

Seré campo, siempre campo, martillo y enredadera

derretida y colmada por la altiva primavera.

Seré un grano de un todo que lucha entre las eras 

gritando desgarrado por lo que es y lo que era.

 

Por una nación vine, por la patria verdadera,

por un pueblo que no calla y que se queja,

por un clamor que aun no ha roto sus cadenas,

por un pueblo que no duerme, desangrado en la vereda.

 

Por una nación vine, por mi pueblo hablo.

Hacia la libertad camino junto a él firme

y no me paro, ni me callo ni perdono,

todo el dolor que su corazón esgrime,

 

todo el dolor que en su corazón se agita,

por aquel que lo saquea y lo oprime.

 

 

                     Ort.   (Torres de La Mancha)

 

 

 

Defiendo la revolución en nuestras cabezas.

John Lennon