El senado
y el pueblo
de la Villa
del Robledo
Lunar en mi cuerpo
lumbre al raso,
contradicción de mis anhelos.
Valen más los pucheros
de pastores, los cielos,
los atardeceres en colores
con nubes que rozan los versos,
que las espinas clavadas
de las ortigas que crecen
en aquellas ventanas
abiertas sin sueños.
Que los cardos aquí son reyes
y las rosas
vinieron de los infiernos.
Que hay mariposas
con alas de muertos
que yo veo
rondando en la memoria,
tatuadas en las calles,
en las casas, donde vivieron;
y pesadillas
como un angustioso fuego
que queman al cantarte
por hombres del pasado
que en el presente vivieron,
haciendo cenizas
el corazón de las semillas
que plantaron con sangre
sudor y muerte
los antiguos jardineros.
Nuestros abuelos,
en lucha siempre
contra molinos
que muelen dinero.
Y aun así,
Y qué,
yo lucho,
yo me quedo
con lo que quiero,
lo que amo,
con lo que deseo.
Y quiero que seas libre!
Libre como un callado,
Sostenido por un ciego.