Aleteando en las ramas aéreas crepusculares
fascinadas y descalzas de los sueños
los viejos baúles las cartas azules y los cielos
laten entre las cerraduras negras que pupilas
heridas como agujeros espaciales y eternos
abren hacia los astros fulgurantes y alcanzables
ensanchados por las flores purpúreas y los mapas
de los tesoros escondidos donde viven tus besos.
Así que, en esta noche atareada de terrenos
fantásticos y maravillosos que otros puñados
de mundos mezclaron sobre tus cabellos
ábreme tu cama, hazme a tu lado un hueco
entre la madrugada sonámbula y la almohada
que destilando aquella locura anaranjada
de luna que boga navegando por la ventana
se viene a esparcir soplando por tu piel
sobre tus hombros y por las sábanas blancas
que te ven dormir, mientras bajo la persiana
para continuar con mis dedos lo que la luz
descifró entre caricias que no notabas.