habrán de volver por marzo
el rojo de los labios y las rosas
pero de momento ahora…
La melancolía echó su manto sobre la tierra.
En este abismo turbulento de lágrimas blancas
se refleja abatida la luna en largo luto negro.
Es un ojo, es un ojo inmenso,
el que mira,
encantado de fantasmas y de voces
de amores asesinados, calaveras
de corazones y esqueletos
de antiguos besos.
Sepultura, es este abismo de lágrimas.
Ataúd es, de un sentimiento.
De un sueño que se va, de un aliento
que se cobra inmisericorde el tiempo.
Se lo ha llevado la muerte
entregando una corona de cardos plateados,
afilados por el crepitante sol de Septiembre
en su última flor de labios morados.
Se lo ha llevado ya
el implacable pasado.
Expirando el amor al viento
el ultimo eco, el verano,
que anda perdido ya, por siempre
al rodar de la tierra encadenado.
Una mueca macabra de luces y sombras
espera a las seis a las calles con farolas,
y a las diez se adelantarán las madrugadas!
Y aullarán lobos a las doce, y amapolas!
Y atraerá octubre esa mirada mía
esa que está de la tristeza enamorada,
suavemente hacia las estrellas,
¡Brillantes damas del invierno heladas!
¡Altivas Carceleras en la noche,
y por el sol al alba sentenciadas…!
Habrán de volver por marzo
el rojo de los labios y las rosas
pero a un verano, Adiós, le digo.
Este no volverá jamás. En ti
poniendo el tiempo está
sus pesadas manos, como losas…
¡Echa a volar ya,
no sea que me valla contigo
y no vuelva a ver las mariposas!