A la luna de la mancha
vio su corazón llegar
aires de romero y trigo
junto a lágrimas del mar
calladito imaginando
sentado en aquel lugar
las horas iba cortando
como flores de la madrugá
soñando con los caminos
negros de la oscuridad
una blanca gota de rocío
le enseñó a navegar
y sus pies despegaron
de la tierra más allá
buscando en el universo
algún eco que agarrar
Y por la mañana estaba muerto
su corazón, eterno invierno,
había parado de bostezar.
Lo encontraron sonriendo
mirando fijo a la llanura
trazando una senda
en línea recta
recortándose en ella el límite
del horizonte del cielo con el mar
Y se lamentaban los pastores
al ver sus ojos abiertos
que no se atrevieron a cerrar
como dos puertas brillantes
abiertas de par en par
Cantando después se decían
unos a otros por los campos
¡se cansó de tanto amar!
se cansó de tanto amar.
Quién recogerá sus versos
ahora que él ya no está…
La luna de la Mancha y el silencio,
que siempre saben escuchar
Él con el viento viene
y agarrado de su cola se va
Ella anida por el firmamento
como una granada deshojá
deshaciéndose siempre en sangre,
y siempre a medio terminar.
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