A mi Laura
IV
Torres sobre el Duero
Oporto
Cipreses barrocos como altos alfileres
clavan su aguijón sobre el cielo tinto
que ha caído al Duero dolorido.
Al acercarse al mar su destino de muerte
recogen con sus redes los marineros
las lágrimas glaciares de sus pajarillos.
Sombras de torres de enredados claveles
en el espejo oscuro reflejan candelabros
que no dejan dormir al río
ni a sus peces cuando las góndolas
navegan abriendo los caminos,
enviando ondas a los meandros, un latido
que devorará el océano impasible y frio.
Rosas entre pedregales y escaleras eternas
hacen de la ciudad borrones celestiales
trazados por los dedos de sus niños
con la miel de los astros que se han hundido
sobre los callejones, como fósiles de caracolas
centenarias expulsadas de la tranquila ribera
del rio, con su juventud en las montañas
y su calavera llena de granos de flores ámbar
en la playa donde el viento las vuela en remolinos,
moldeadas por la lengua espumosa de las olas
que las roba mar adentro,
hacia los corales y los sueños submarinos.
Me rompen el silencio,
los alaridos roncos de las ambulancias
Oporto o muere o respira
o grita su desdicha o canta su alegría
y es en los cristales de mi balcón
donde tirita.
V
Noche bajo la lluvia de Vigo
Con la noche aprendí a ser un fantasma,
literalmente. Enseñé a dormir al silencio,
bajo la lluvia que martilleaba los tejados
aprendí a ser su olor su sonido y su calma.
Un oyente respetuoso del sueño ajeno
que silva bajo las puertas hasta el lucero del alba
entre las sabanas y las almohadas,
entre los libros cerrados y los besos que dejaron
las gotas de lluvia en el aire para mañana.
VI
Lavacolla
Desde la colina de los peregrinos
que mis ojos tristes visten de despedida
mi corazón te dice adiós
adiós, adiós, adiós!
desde los bosques verdes
conquistados por los eucaliptos.
Me voy volando sobre las nubes
dentro de un pájaro de hierro blanco.
He dejado aquí mi olvido
para que no regrese conmigo.
pues quiero recordarte
a ti siempre,
cuando cierre el sueño mis parpados
y hasta las estrellas se hayan dormido.
a ti siempre.
miel de mi tristeza
luz de mi camino.
Brilla ahora
no dejes al sol reírse
y a la luna decir que me has perdido
que yo siempre vivo
dentro de tus labios
como los cerrados lirios
germino cuando me nombras
y cuando sonríes respiro.
y no llores amor mío,
que tus lágrimas son la alcoba
donde se quema lo que escribo.