El amor no es una rosa
que pierde los pétalos lentamente
ni un beso suave, ni un ave
hacia lo profundo, es un segundo
eterno que muerde al presente
dejándose en la empresa los dientes.
una tormenta de aguardiente,
el imperio de la amapola
que su rojo carmesí vierte
dentro de las caracolas
que olvidaron las olas
para que sonoras se abran
como flores, y despierten.
Es todo lo que quiera ser
porque lo será todo siempre
el amanecer en un punto
mientras en otro la muerte.
El amor es…
es… es mi mirada furtiva
como el aire caliente
del corazón de la hoguera
que vuela hacia tus pupilas
de un soplo, lentamente,
abiertas como lunas
ante soles incandescentes,
brillantes
inmensas
crecientes.
El amor es el imperio
de las amapolas irredentas
conquistando los trigales verdes.