-I-
Como una abeja a la que roban la miel
y un soñador al que despiertan de golpe,
en un hueso partido, un alma torpe,
se esconde de la furia de la lluvia cruel.
Mira como diluvia, como caen en tropel
las estrellas mojadas que ha salido a ver,
rumbo a la tierra, decide entonces nacer
a la tempestad y fundirse con ellas, él.
y escribir
hasta que llegue el amanecer.
ingrávido se eleva,
después se deja caer…
-II-
Enterrado en la noche el sol caminante
y siendo el cielo un arrugado papel,
un llanto de plumas caídas en tropel,
inundan su corazón de parte a parte.
Rayos de tinta caen, negra pintan su tez,
colmando de luz sus dedos vagabundos
y con palabras iluminadas unos segundos,
hacen rebosar los tinteros una y otra vez.
Se encuentran ambas; para morir, o renacer,
labios lenguas, ojos, cuerpos: tinta y lluvia
juntas trazando lejos una melena rubia
mientras diluvia imaginación sobre la piel.
Ahora los truenos son compases
parpadeando en escaleras celestes
que llevan los versos bailando hacia él
y así le amanece
escribiendo sobre un hoy
que ha esculpido para siempre en el ayer.