Por la noche somos muertos
quemados por las estrellas
y por el día somos restos
de sueños
arrojados a las escombreras
Veleros de mástiles tuertos
que fondean en desiertos
oceánicos donde los ecos
mecánicos de los huesos
mueven los duros remos
con titánicos esfuerzos.
Extintos cometas fugaces
apagados por negras nubes
almas levantadas al gallo
para morir en las cumbres
donde sueños de extraños
son cadenas de herrumbres,
que sepultando los años,
de sombras quiebran,
nuestras luces.
Ort.