Preguntó a su alma sobre el Presente.
Ella le respondió, mientras extendía su mano
sobre un libro de bellos poemas…
-¿Felicidad?
Cualquier tiempo pasado, fue mejor…
Preguntó a sus sueños sobre la Felicidad,
ellos le respondieron…
-Las sonrisas, la felicidad,
siempre las encontrarás
en aquellos, los buenos momentos.
Preguntó a su corazón sobre el Amor…
y su corazón enmudeció. Sus ojos lo miraron.
No respondió. Su mirada se hizo escarcha.
Estaba en lo más profundo de su ser ajado.
Solamente asintió, y llorando con él,
la tristeza mordió su carne.
Pues la esperanza le fue robada
tampoco su felicidad fue perdonada,
mientras en sollozos su corazón le decía…
– El amor para mí
fue ver aquel deseado sol humilde,
que un día, entre penas y alegrías vi nacer
sobre un atardecer, pálido,
y profundamente gris,
entre quimeras, realidades y nostalgias gritar y morir…
Sobre la tarde, y en aras de un sueño
fue a buscar a un Atardecer
para y por el Sol preguntar.
Él le respondió con ternura
mientras lo miraba…
– Tarde o temprano morirás como él,
y como yo.
Tu sonrisa se apagará
y tu alma, desde los cielos
a una vida pasada deshaciéndose amará…
Después preguntó a la Muerte
sobre ella, su ternura y su mirada.
Le respondió,
mientras alzaba su voz al horizonte…
-No mueras por ella, ya que
ella nunca moriría… ¡Jamás morirá
algún día por ti!
Y nada más añadió.
Buscó a las Nubes, negras, crueles…
para preguntarle sobre sus eternos llantos.
y ellas, fijas sus miradas a la tierra,
a la que con su manto de lluvia espoleaban
le respondieron…
-No llores por ella
pues ella… nunca llorará,
ni lloraría jamás… ¿Por ti?.
Y siguieron bañando el horizonte,
afilando punzones de hielo
en las alturas, diosas de la tormenta.
Fue a buscar a la Noche
que sostenia la luna entre sus manos
para preguntarle sobre la oscura soledad.
Su alma era ya una condenada,
presa del dolor en una cárcel triste,
estaba tan cansada…
Ella le respondió;
– Ten esperanza, pues aun en mis tinieblas
la luz del sol que esquiva ahora tu mirada
en la luna de mi pecho siempre se refleja,
brota verde y negra y es candela,
es el calor… de mi morada.
Y tras bastante errar
para una respuesta encontrar
fue a preguntar, sobre el Amor a la Verdad…
Y ella,
dolida,
y desconsolada
Pero a la vez tranquila y sosegada
Sonriendo triste respondió…
Todo es mentira en este mundo.
Manuel,
Todo es mentira, la verdad.
Nada más ella añadió,
Nada más pregunté yo.
Una vez hice un viaje largo. Una de esas veces en que nos agarra la nostalgia, y en busca de una verdad, en el océano de nuestros recuerdos nos sumerge. Estas palabras son hijas de aquel momento y esclavas de su sentir.
Ahora con los años vuelvo a leer estos versos y una sonrisa brota del fondo de mi alma… entre tanta oscuridad allí estaba. Bajo esas rotas y doloridas palabras había un rayito de luz de luna, reflejo de que aun – y siempre- cabía la esperanza.
Ahora, pasados los años, me doy cuenta de que fue aquel tenue rayo de luz y aquella esperanza rebelde y amotinada la que me salvó… de un mundo a veces cruel y sobre todo de mí mismo.