A Cernuda por A un Poeta Futuro
No quiero conocer al mundo
más que como una blanca nube,
alargada, a veces gris, que surca el cielo…
Entiendo tan poco al hombre,
que navego por encima de las cabezas
de los mil y un sueños que las pueblan.
y no vivo, tampoco sueño,
mas se lo grande que es el sueño de la vida.
No quiero conocerlo, aun así, lo conozco,
a veces bien, mal a veces, – arrugado corazón-
mientras caigo a los abismos más profundos,
en el infierno de los olvidos, de las almas
que revolotean como chispas
en el ocaso penitente de su tarde.
Tal vez ya he vivido, y el sentir se ha ido,
o es el frío de mis manos, de mis ojos
el que desata, apasionado la esperanza,
esperanza tan abrumada por la lluvia
y tan callada, y pálida
que se cruza muda ante un caminar
a veces sereno, ávido a veces, y tan triste…
Yo no soy poeta, lo sé,
mas si soy una alargada sombra
difuminada, silenciosa y oscura,
finita y pequeña, frente al infinito espacio
una gaviota herida
frente al inmenso y basto océano,
que hace humilde, e insignificante
al más eterno y desesperado amor.
O quizás seré ceniza, ya crepuscular,
una mota de polvo ávida, o una semilla
que arrastre suavemente el viento
sobre un campo de verdes espigas.
Yo conozco al mundo,
dentro de mí lo siento;
siento unos pasos que se alejan
envueltos en recuerdos ya pálidos
que las manos intentan atrapar
mientras se desvanecen sobre los ojos
y se evaporan,
fundiéndose en el celeste cielo,
siendo las nubes, crepusculares olas.
Nada soy,
al igual que un te quiero
fluyendo de unos labios a otros palpitantes,
rebotando como un sereno eco
que sale del corazón de una caracola
hacia la nada
y se derrama sobre la arena del olvido
exiliada como una hoja
del árbol del sonido
hacia el silencio
hacia la inútil memoria
de unos ojos mirando al cielo,
perdidos…
en lento movimiento.
Que solo, que triste se siente uno
ante el mundo,
ante el callado firmamento.