Sin libertad el verso, sin luz que se le ofrezca
como un cruel esclavo, en un corredor de celdas
de esmeraldas ciénagas, allí entre las tinieblas
abiertas como lumbres que surgen de las venas
van letras deshojadas como granos y esquelas.
Sus flores de desierto. Tapando las arenas
que la mortal locura vuelca en su enrome pena
callando sentimientos, enterrando en los vientos
bastos sueños azules que mueren en cadenas
mientras la luna, astro blanco parte, y juez ,
desnuda sostiene las nubes y los planetas
de las sílabas negras, jugando al ajedrez
en su danza de reinas, sobre un mapa de miel
bajo el yugo del papel convierte los cometas
en lágrimas y en tropel, cae un llanto de plumas
que sin tinta secaron las cuencas de mis ojos.
Hay de mi pena eterna! son semillas de monstruos,
de las sonrisas trozos, nebulosas de polvo
que cierran los párpados y plantan los despojos
en veinte alejandrinos, cerca de los caminos
donde verdes álamos sueñan con labios rojos.