Fábula del Sueño la Fantasía y la Muerte
A la Gran Literata y mejór amiga,
Dulcinea de los almendros de la Mancha
La Fantasía va vestida de jinete,
la Muerte vuela rozando las flores
y el Sueño niño en sus amores
anda distraído,
pintándole besos a los labios viejos
de los troncos de los árboles.
La primera se desnuda,
la otra se estremece,
el Sueño en sus manos blancas
una herida abierta tiene,
ha ido a tocar su ombligo de luna
y no ha querido la muerte.
Al dejar caer su camisa
ha despertado a todo el bosque
la Fantasía que cabalga
con sus cabellos de espigas verdes
meciéndose como las hojas en el aire
por donde pasa un arroyo respira,
una nube enorme crece
y ahora es el bosque entero
el que sacude con su canto
al cuervo negro, sombra negra
de la negra muerte.
Pájaros y margaritas se vierten
de la herida del Sueño niño
que no deja de mirar el ombligo
de la Fantasía, que ahora es una fuente
de deseos, parecen arder las estrellas!
y sus cabellos… sus cabellos,
en esta mañana de acuarela silvestre.
De sus pies hasta su frente
coronada por la fina melena
nebulosa más allá de las auroras
terrestres, el niño Sueño quiere tocar
sus cabellos como las nubes de Júpiter
que sobre sus hombros se rizan
y acariciándolos se duermen,
las pequeñas luces de luna
de su espalda y con sus labios
abrazarse a su boca para siempre
Quiere ser un niño!
enamorado eternamente!
el Sueño, de la Fantasía,
sin la muerte.
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