EL NÁUFRAGO

 

 

 

 

Como una nota de silencio clavada

a cuchillo en un pentagrama, suena

el nombre que jamás habré ya de susurrar.

Cinco líneas negras de nubes lo guardan,

ni la imaginación, raída y  sorda

lo llegará a encontrar… su música es ceniza

y espuma por querer volar.

 

Ese silencio rajado es tan profundo

que estalló todo antes de él comenzar,

arrasando en un segundo notas

y flores bajo un aliento sepulcral.

Allí donde los sentidos no se atreven

a mirar, en ese lugar,

que es una partitura lanzada al mar.

 

Allí están los besos que no me diste jamás,

y aquellos que el recuerdo le robó al azar,

junto a tu nombre, si es que tienes aun

o lo consumió mi soledad…

Pues de letras se compone tu sombra

que a tus pies quedando van,

como negros océanos y perdido yo,

náufrago en medio de la tempestad…

 

Sellando en este papel con un Silencio

este canto, que será su punto y final.

Y se va para volver con otro día

el marinero y lanzarse a un nuevo mar,

pues en esta vida extranjeros somos todos

hasta que un corazón, que es un océano;

no logremos conquistar…

 

Quién sabe si en marzo, abril

diciembre o enero le vendrá

el ánimo a dar… El mar es caprichoso

pero un buen marino

siempre sabe esperar…

 


 

Ort.

 

A todos los que perdieron el amor un dia,

y a fuerza de naufragios lo volvieron a encontrar…

: )

Los 62 Cautivos

 

Gracias a todos, por haber limpiado con dignidad el nombre de nuestros muertos y de nuestro pueblo!! un abrazo grandisimo para todos, esto es suyo, si, pero tambien es vuestro.

 

 

Y cautivos de la tierra están, enredados

debajo de la luna y su licor, embalsamados

yacen, durmiendo desde el 39, los hijos

de la patria republicana, acurrucados

 en el desprecio de un pueblo,

que echó sobre sus blancas calaveras

negro asfalto pulido con la vergüenza.

 

Fuera del cementerio están, lejos

de donde duermen sus hermanos

su sueño fraternal y eterno.

 

y sucia está su humilde tumba!

ni una rosa hay, ni un lirio, ni una  violeta.

Solo botellas vacías basura y vergüenza.

gritan sus huesos mudos! Gritan!

Cuando los aplastan aun mas!

Cuando las ruedas de los coches

pisotean lo que quedó de sus corazones,

gritan cuando un par de borrachos

mean sobre su placa de vidas enjauladas

y no se dignan ni a mirar los 62 nombres

de los asesinados, de los torturados,

victimas del franquismo, y vergüenza

de los que impotentes los miramos.

 

Como aquel poeta dijo, yo,

pido la paz y la palabra, el perdón

y la blanca bandera de la esperanza.

Que aquí somos todos hermanos.

Que en nuestra patria llana y bella,

que es la mancha, nuestra madre,

como hijos suyos nadie debería estar

en una cuneta desherededado,

 

que nadie debería mancillar

el honor del alma de la libertad

de nuestros muertos,

los que nos arrebataron,

pues ellos que pintan vergüenzas

 tienen el alma negra

negra como ese sucio asfalto!

 

Los muertos, muertos son;

y cuando mueren, TODOS

se convierten en hermanos.

Nosotros en nuestro corazón

hemos de tenerlos siempre

muy vivos, y ante la dignidad

del ser humano, no muertos

sino muy vivos, levantados,

RECORDADOS!!

 

Así pues, pido la paz y la palabra.

Pido que alcemos blancas manos,

pido que aleteen palomas

y no buitres en los acantilados.

 

En los barreros están, 

allí donde se sacaba la sangre

de las tinajas, órganos y alma

de un cuerpo, de un pueblo,

en donde no se nos puede olvidar

que TODOS SOMOS HERMANOS,

y que los muertos son,

flores blancas, que hemos de regar

mientras caminamos,

imaginamos y soñamos,

en este mundo, en esta villa,

en esta fosa de 62 cautivos

que debajo de nosotros vuelan

de nuevo, cuando los recordamos.

 

vivan los 62 de Los Barreros!

Vivan por siempre!

Volad por siempre libres

que aquí estamos para lo que haga falta,

un puñado humilde de vuestros hermanos!

 

 

 Ort

El Viajero Errante

Sueño del Viajero Errante

 

 

Sólo las personas que se atreven
a ir demasiado lejos logran descubrir
hasta dónde pueden llegar.

 

T. S. Eliot

 

 

Sobre los roídos y viejos raíles

el viajero y el tren en silencio se abrazan.

Sus sueños son tan infinitos, que traspasan

la esperanza por la que cabalgan,

y que estación tras estación,

como un velo de seda al viajero abrazan.

Al comenzar su destino

sobre las nubes sangrantes

y crepusculares del tiempo…

 

 

-I-

 

Sueño del viajero errante

sobre la luz crepuscular.

Cada parada, una luz, parpadeante,

hacia los luceros de la eternidad…

 

 

Primera estación; dolor…

 

Ah! el dolor…antiguo conocido,

tantas veces tus calles he recorrido…

¡Tantas noches en mi corazón,

tu mano fría y sobrecogedora he sentido!

Que por ti, mil veces he llorado y lloraré;

por el amor perdido…

 

¡Dolor, de mis dolores! cielo ajeno,

sin colores. Tú, carcelero de mis amores,

cabalga sobre la noche del tiempo,

luz de sueño, de velas, de flores…

 

Y que el tren, de nuevo, comience a volar.

Abrazado a las alas del sueño, ¡Que se eleve!

Rompiendo los destinos mientras imagina

sobre un cielo, que dibuja lagos de melancolía

 

 

Próxima estación; melancolía…

 

La melancolía son mil ilusiones encerradas en sobres lacrados

envueltas en llantos y dolores por el tiempo al alma arrebatados.

Por ti, melancolía, mis abriles siempre estarán marcados.

La mano sobre el corazón, la mirada sobre la eternidad…

Esa es la melancolía…El perder y el ocultar,

La rosa que no dejaron jamás crecer libertad.

 

Melancolía de mis melancolías

que agarras mis noches susurrando,

inunda súbitamente mis recuerdos,

desata ya, las tormentas, y los llantos.

 

 

Y el tren, de nuevo comienza a navegar,

desplegando sus ojos de metal empapados en rocío

que al propio viento más tarde envolverán,

para volar sobre las hoces ardientes del camino,

 

Al que alejándose de todo terreno conocido

al crepúsculo dorado de unos labios amarán…

Por caminos que no alcanzaría nunca el sol,

y que despertarán nostálgicas miradas

sobre los recuerdos marchitados del viajero…

 

 

Sueño del viajero errante

sobre la luz crepuscular.

Cada parada, una luz, parpadeante,

hacia los luceros de la eternidad

 

 

Próxima estación; tristeza…

 

Una rosa junto a un llanto y una lagrima desoladora,

una piedra, junto a una ventana que no escucha,

a los latidos de una soledad enloquecedora.

El mal más conocido, y menos entendido todavía.

Un mal que mata y la cordura poco a poco arrebata,

tristeza… ¡Que corta es la vida, y que larga tu agonía!

 

Tristeza de mis tristezas,

letargo de las frías madrugadas,

descúbreme el crepúsculo

de las veredas blancas y doradas.

 

Y el tren sigue soñando

sobre los atardeceres que niegan las palabras.

Que ciegan el alma y manchan de auroras los ojos.

Sobre las nubes, que rojizas, van y vienen,

Los pájaros como ángeles trazan caminos

sobre los cielos, sobre los horizontes rojos y tardíos,

reflejados como cristales en las pupilas del viajero.

 

 

Próxima parada; soledad

 

Un corazón, polvoriento en un cajón, allí mora,

sobre una eternidad que acaricia el desamor.

La soledad es un reloj marcando una hora,

Por la noche detenido, en algún triste camino.

Es un velero sin alas, desterrado y medio hundido,

perdido en un mar, entre la niebla y el destino.

 

Soledad de mis soledades,

en tu crepúsculo mis lagrimas crecen

se esconden, mientras en tu ventana

se derraman, se retuercen y se rompen.

 

Y el final del camino espera,

y los ojos de este tren sobre cielo se elevan.

Junto a este atardecer que rescata la esperanza

y los letargos que nacen, en la libertad del sol

que como un galeón surca el basto universo.

¡Ni las olas de la tristeza su camino detiene!

Ni a las hordas de soledad, su sueño teme…

 

 

Última parada; esperanza…

 

Una vela prendida de un sueño latente.

La esperanza,

es un corazón apuñalado y penitente.

Lagrimas que custodian la felicidad.

La esperanza,

arrebatará al viajero su oscuridad…

 

Esperanza de mis esperanzas

tráeme la luz, devuélvele las alas

¡Bruma en la niebla, eterna y ajada!

Al sol de mis mañanas desdibujadas…

 

 

Y un apeadero, entre el humo blanco

y cristalino, parecido a los manantiales de agua

de los lagos que se mecen en las nubes,

apareció sobre el verde lecho de la tierra.

Y nuestro cansado caminante se bajó.

 

Y el tren, del viajero se fue alejando.

Hacia donde los atardeceres rescataban las estrellas

mintiendo a la noche para de ella escapar.

Y que en el horizonte, revoloteaban como mariposas.

Como rosas carmesí, de amor soñolientas.

Como chispas de sueños, de amores sedientas…

 

Así acaba el Sueño del viajero errante

Sobre esta luz crepuscular.

Cada parada fue una luz parpadeante

Hacia los luceros de la eternidad…

 

 

Ort.