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La niña del Jardín oscuro

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A mi Pepe y mi Alber

porque disfrutamos el terror de niños

y con él hemos crecido de mayores.

 

Por aquellas imborrables tardes

Un abrazo.

 

 

 

En una noche de lluvia

de truenos y con el cielo rojo

con el aire denso

que hacia cristalizar los ojos

andaba entre mil rostros

una niña de vestido blanco

de fríos labios,

de sonrisa torcida

y por expresión letargos.

Solita ella estaba

rallito de luna encallada

viendo pasar los claros

que a veces la lluvia dejaba

como una paz fugaz,

en el corazón de los espantos

 

No lloraba,

porque su alma tan antigua

ni se acordaba, ni quería

sufrir mas de lo que la luna

al no salir le permitía .

 

Tan chiquitita y perdida

tan cansada de volar sobre el suelo

acariciándolo como una pluma

buscaba a la madre y la vida,

¡No dejaba de mirar el cielo!

 

Y que negro se veía,

ni una sola estrella por ella salía,

pues ya se olvidaron

y solo se acuerda de ti la tristeza

¡La muerte! y la agonía…

 

En sus paseos la niña creía

ver los cabellos de su madre

detrás de una tapia herida

alborotada de huesos

entre el cemento verdeado

de olvido y sus ecos

de llantos y de recuerdos

paseaba un hombre,

que enterraba sueños,

debajo de la tormenta

caminaba a pasos casi secos

encapuchado y lento

entre la furia de la lluvia

huían los gatos negros,

y en la oscuridad un rojo intenso

entre las manos del sepulturero,

una rosa mojada,

para calmar a los vientos,

y rezar a los luceros!

 

la niña le miraba

desde su turbia ventana

dejar la pequeña rosa y perderse,

con la madrugada.

por un segundo cesaba el viento

y el, con un escalofrío,

un grito ahogado en la garganta

y una lagrima encallada

se alejaba con la figura en los ojos

de aquella triste muchacha blanca

que en las noches de tormenta

buscando a su madre

se despertaba.

 

y salieron las estrellas!

y se la llevo la luna en el alma!

 

hacia la eternidad de nuevo,

en una barca.

 

Ort2009

Acerca de orteguilla

Poeta, o lo sueña. Humanista, agarrado a un mastil de conocimiento como un naúfrago en un océano sin fin. Y músico, que mientras lo goza, lo intenta... Me gusta emborracharme de letras, pensar mientras la cerveza corre y Mozart suena, y cuando sale la Luna llena, huir por ser la presa, pero me atrapa y me devora, me sube a las estrellas y deja mis zapatos en la tierra. Al escribir, soy un poquito más libre, como una flor morada de cardo, que colina abajo rueda...

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