Veinte páginas malheridas,
veinte páginas desechadas,
olvidadas, con algunas notas
de alguna música,
de algún suspiro
incauto, triste de la lluvia
En la ventana.
Veintiún latidos del corazón
veintiún fantasmas que lo guardan,
sin canción, sin alma,
sin laurel ni lunera luz,
sin piano y sin arpa.
Miles y miles de hogueras grandes
esparcidas por las playas
que nos brinda el firmamento,
van buscando tus ojos negros
dentro del cielo negro de la noche,
surcando de este a oeste un océano
de madrugadas que echaron a volar
disfrazadas de versos…
Que se me han revelado y me gritan,
que de nada sirven los lamentos,
que no se resignan a morir quietos,
que no me duerma!
que alce al son de ti mi vela,
oh luna, que te hundes en mi
dejando en mi tatuada tu estela…
Suave, como una enredadera.
Mientras veinte páginas
se llenan de música serena.
veintiún latidos del corazón,
le rompen al alma sus cadenas
y miles de hogueras grandes
estallan ante mi, ¡Llenando de colores
mi mirada que estaba negra!
Mientras tantos y tantos versos
llenos de dibujos de tus ojos
y de poemas, saltan y se elevan
de mi cuaderno,
de un salto hacia ti
y de otro hasta las estrellas.
Arrastrándome el alma
una inmensa y celeste enredadera…
¡Luna lunera de mis noches!
¡Luna lunera de mis albas!
¡Luna Manchega que suenas
en mi corazón como redobles!
Otra blanca madrugada me abres
con tu luz el lecho de los montes…
y se desparraman sobre él versos
y mas versos, luna lunera,
versos que pagarán
la moneda de Caronte…