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Aquella era una noche triste, no proyectaban horizontes las paredes sino sombras el alma. Morían las horas sobre mis ojos entre la profunda pena de los corazones rotos y la ajada melancolía, Aquella noche desolada y triste, sentía que las paredes sobre mi esperanza se caían y que los techos se resquebrajaban sobre mi angustia.
Con la penumbra sobre mis pupilas estaba cuando pude descifrar por la ventana, que la luna se perdía y que llevándose su luz, un profundo cielo de oro negro se adueñaba mas y mas de la noche, y quise salir de allí; dejé en un segundo la habitación y subí hacia la terraza grande y oscura, donde solos yo, mi cuaderno y mis penas nos quedamos.
Quiso la música que me acompañaba regalarme un segundo, (que es una eternidad de paz sobre sus brazos) y comencé a observar el espectáculo que brindaban las estrellas a mis ojos.
Aún está grabada en mi cabeza aquella leve música y como cruzaba de puerto a puerto mi alma, alborotando mi corazón como el niño que sueña perdido, en el fondo de los mares de la imaginación.
Y puedo aun recordar aquella bella y maravillosa imagen ante mis ojos; esa estampa de millones y millones de pequeñas y brillantes estrellas, asomándose a la ventana de una infinita ensoñación…¡Que pequeños somos!–pensé-. Nuestra vida, nuestras penas son tan diminutas como un grano de arena, que van arrastrando las olas de una playa a otra, sumergidas en el fondo de un inmenso océano que late, y se desangra despacio como un reloj de arena… Que pequeños…
Aquella noche en Alicante, mientras escribía, y abría los ojos al balcón de la noche silenciosa e infinita, fui restando horas a ese reloj, y de la mano de la imaginación, engullido por la tormenta de los sueños que alimenta la soledad, agarrado a los cabellos desnudos de la noche, hice respirar fuerte al alma, dispuse el rumbo, cerré mis ojos y comencé a notar, como las velas de la imaginación se ensanchaban, y sobre el cielo echaban mis penas a volar…
Ort.
Deja todo
cierra los ojos
y acompáñame.
Elche con sus palmeras
y sus torbellinos de humo,
me abre y cierra
la semana.
Alicante fortaleza,
de la vega baja de los mares
con humedad me entierra
el miércoles
España larga,
cien veces rota en su costado
va perdiendo aliento
y horas en sus latidos
Europa mediterránea,
milenaria grandeza oxidada
que en minutos deshace
una legión de siete mares
El planeta azul,
una gota, envuelta en bruma
bailando en un segundo
en el espacio, como una pluma
Y más allá…
del espejo blanco de la luna
dime si ves la eternidad,
acompáñame, ya la ves?
Cierra los ojos,
aparta la soledad,
y ven.
Ort.