Cuantas noches en invierno, a la luz oscura de la ventana, armándome de buena música, sobre la espuma de una copa busqué la sombra de mi pluma –que es mi alma-… en las páginas de mi diario. ¿Cuántas noches han pasado de eso ya? Aun me asusta esa tristeza, o aquella tempestad, pero aun –y créanme amigos- aun creo que alcanzo casi con los dedos esos girones de sentimientos tatuados en tinta amarga –o luminosa- que deshace el tiempo sirviéndose del olvido… Llámenlos recuerdos, llámenlos lagrimas besos o versos.
Mi diario fue creciendo con el tiempo –y crece- llenándose de días importantes, felices, inolvidables y de días sepultados por el llanto del alma, ese que arrastra a veces a los ojos. Mi diario se ha ido escribiendo y disfrazándose con el tiempo de dudas, de reflexiones y sonrisas, de traiciones, de esperanza y amarguras… de tantos días ya perdidos que son como tantas, tantas calaveras blancas y huesos quietos…
Y es por eso que elijo la noche, para compartir con vosotros un trocito de penas y alegrías, cantes alegres y pozos oscuros como la noche, pozos que solo con el paso de los años pudieron volver a ver la luz. Un abrazo.
IX
Desnudarme quiero,
desnudarme junto a tu ventana,
hablarte desde el jardín eterno,
hablarte de entre la noche clara.
Hablar solo y con mi alma,
de sueños imposibles, de susurros
desde los lechos tan lejanos ya,
hablarles de ti, cara junto a cara.
Hablar, si he de morir.
y allá desde el recuerdo velar la luna mía
solitaria ahora, tan doliente y fría,
hablarle de las oscuras penas de la melancolía.
¡Y cantarle desdichas a la luna!
Tú tan lejos y en el fondo del camino…
¡Que cante, que sienta! yo ya he perdido,
y me he perdido para siempre en el olvido.
Tú, siempre y eterna vencedora.
Yo solo he de susurrar tu nombre y el silencio.
más no sentir, aquello lo perdí,
soy polvo en las aceras y arena en el tiempo.
XV
Caminito de los 22.
en la mente un viejo tanguillo
argentino en los huesos de un español,
caminito de otro año más
que sin pena ni gloria me deja,
que solitario pasa.
Bueno, con la gloria de la juventud
y la infinita tristeza del poeta.
han pasado carnavales de bohemia rojos
allá por los febreros
y los veintitrés marzos que esperan
me cuentan que son hermanos
de los que me verían abrir los ojos
XXVIII
Nadie vendrá
ni el destino
con su carta de vísperas y ausencias
ni el pasado
con su viento desinflado
que recorre el corazón.
Nadie vendrá
él dice.
Esperarás…
el eco repite.
XXXVI
¿Es la vida contemplativa del poeta la alegría?
o una espera sin fin…en su larga agonía.
tal vez sea una esperanza sin fin… Quiero creer.
¿Es el mirar? ¿es ver al mundo girar?
o tal vez, será escuchar ese rumor…
el del silencio que deja de un triste caminar.
¿Es estar adormecido ante la verdad?
es abrir en mitad de la noche un cuaderno
y en su llanto la bastarda mentira buscar?
¿A dónde irán mis versos,
y mis sueños?
¿tan triste es todo en realidad?
Venga la muerte ya!
a llevarme a su oscuridad…
XL
Anoche tuve un negro sueño
pues soñé que te marchabas.
Hoy abrí los ojos, pobre soñador…
me di cuenta, tú no estabas.
XLIX
¡Blanca la oscura noche ajada!
¡blanca y azul, la triste madrugada!
Blanca desde el mar ¡Blanca y estrellada!
Que en mis manos caiga
tu tierna, y crepuscular mirada.
Blanco el sueño y la tristeza
blanca, la noche destrozada,
blanco el cielo y el amanecer
blanca, la eternidad desesperada.
Azul el cielo y blancas las nubes,
blanco el lecho, las estrellas
y blanca la mar en calma.
Blanca tu mirada, y oscura,
y oscura mi alma…
L
Es la hora de brindarle a la cama un sueño.
De descubrirle una traición al destino,
y un soplo a las nubes burbujeantes…
Es la hora de los dientes y las lenguas.
De los huesos fuertes, y de las fieras
en la medida justa de nuestros corazones.
Es el momento del reloj parado
en la lluvia de agosto,
verano de los amores.
Es la causa de tu azul en el rostro,
soldados de la felicidad…
¡Mis queridos desertores!
Rayos azules del amanecer
rendiros a las flores!
Reuniros arrugados a las sabanas,
A las hogueras en el día de la luna!
¡Prended las estrellas una a una!
¡Arrasad la oscuridad,
hacer vibrar la pluma!
como el corazón de los tambores!
LXVI
Gloria del poeta,
Coronas de laureles y palabras,
Eres hijo de rosales
Descalzo entre las zarzas
La gloria del poeta
son solo la ambición para unos labios,
gloria que arranca helechos de las nubes
y derrama alas blancas
sobre las sombras y los cuerpos
La gloria del poeta no es el cielo
sino el acero de los huesos,
al amor leales,
por el amor de un alma presos
La gloria es la gloria,
la gloria es la arena
que como odas y castillos
funden las lenguas de la mar
Que son tus besos, su vagar
sus golpes en mi amor
dentro de mí; su palpitar…
La gloria
es la lucha contra el mundo
contra el giro de su figura
contra el tiempo arrebatado
contra el otoño y su locura.
¡Que estalle la palabra!
¡Que vuele la paloma
hacia el edén del cielo
arrancando de la tierra el velo
de esta noche tan oscura!
Grande viejo amigo!!!! Nunca dejes de escribir…
Gracias Don Manueeee!!! un abrazo!!!