Érase una vez
la literatura al revés,
un Quijote coronado
con reinos a sus pies,
un don Juan fracasado
huraño, viejo y descortés.
Enamorando a París, Erik,
el gran tenor francés
y con la calavera de Hamlet
Ofelia, a la sombra de un ciprés
Érase una vez
o las veces que se quiera ser…
Un principito triste
encarcelado por querer saber.
Héctor, victorioso en Troya,
Aquiles desterrado a pié,
Samsa con alas de paloma
volando bajo el cielo vienés
y Sherezade degollando al sultán
a las mil y dos noches, harta ya de él.
Frankenstein conversando
sobre ciencia en los cafés,
Alicia borracha y tatuada
por las calles de Manhattan,
y Grey en el infierno, como debe ser,
Como arde! Que delicia de imaginar
y casi ver…que gozo Sanchos del mundo!
Que placer!
Que humilde placer!
soñar a Cyrano enamorado!
y a Momo anciana
oliendo las flores eternas
de los labios y los besos!
en fin, devorar obras,
que son verdadera miel.
Podría seguir así
hasta el amanecer, si me dejan,
pero no sería menester.
Cojan un libro. Atrévanse,
para jugar, hay que leer,
y yo quiero volver,
a Macondo una vez más.
¡Volar con Dante!
¡Escuchar el aullido de los lobos
por el camino que lleva a los Cárpatos
o irme a navegar, con el viejo aquel,
en una barca, yo, el mar y él
y así endulzar la tragedia
que es siempre,
amigos míos,
la que es.
Quizás nos creó el universo
para imaginarlo y después
creamos nosotros la literatura
para soñarlo del revés
Quien sabe!
vayan ustedes a saber
lo que fue una vez…
A la más empedernida lectora que jamás conocí
y que tuve por infinita suerte, que fuera mi Madre.
OrT.